Para dimensionar el impresionante y rápido éxito económico de Singapur basta un ejemplo.
Al momento de su independencia, el 9 de agosto de 1965, el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita de la nación asiática apenas superaba los US$500.
Cinco décadas después, es de más de US$56.000 por cabeza.
Y el país también es el quinto del mundo en millonarios, pues casi 9 de cada 100 de sus habitantes tienen fortunas de más de US$1 millón.
De hecho, según un reporte de Barclays Bank, Singapur es el país que más rápidamente produce millonarios en todo el mundo: más de la mitad acumuló sus fortunas en menos de una década.
Y esto puede explicar por qué, para conmemorar el 50 aniversario de su independencia, Rolls Royce está produciendo una versión especial de su lujosa serie Ghost II: el SG50.
El auto –adornado con detalle del símbolo nacional de Singapur: el Merlion, una criatura mitad pez, mitad león– es el primero jamás comisionado por Rolls Royce para celebrar a un país.
Lo que da una idea de su importancia para el fabricante de vehículos de lujo, que no es tampoco la única marca global que se ha querido vincular a la celebración.
Pero, ¿qué explica esa impresionante historia de éxito, descrita a menudo como un «milagro económico» y sostenida desde su independencia hasta el día de hoy?
La respuesta sencilla es una visión clara y efectiva, implementada rigurosamente por el hombre a quien nadie se atrevería a disputarle los títulos de padre de la patria y arquitecto de ese milagro: Lee Kuan Yew, quien gobernó al país desde su independencia hasta 1990.
Y aunque algunos elementos de su visión difícilmente son trasplantables a otras realidades, otros arrojan importantes lecciones que otras naciones podrían aprovechar.
Invertir en la gente
Dar oportunidades a todos
Integrar y cohesionar
Legalidad y estabilidad
«Esto incluye el imperio de la ley, estructuras gubernamentales eficientes, una lucha permanente contra la corrupción y mucha estabilidad«, agregó.
Y las garantías de estabilidad se extienden incluso al ámbito internacional, pues la neutralidad de Singapur le ha permitido ser un aliado tanto de China como de EE.UU.